Capítulo 1
La Inquilina
Carlos dormía apaciguadamente cuando el teléfono sonó, sin lograr despertarlo. La voz de una mujer que no había conseguido extasiarse atendió de mal humor, pero al acecho de algo que la entretuviera.
- ¿Hola?
- Hola… - dijo una voz de vieja. - Llamo porque… Quisiera hablar con el señor Carlos. Soy la portera del edificio de La Valle.
- ¿Carlos? Esta durmiendo… pero no se preocupe… habla con su mujer.
- ¡Pero es de extrema importancia! – dijo preocupada.
- Yo se lo diré en cuanto despierte. Dígamelo.
- Esta bien… Resulta que su inquilina… ejerce… - se hizo una pausa. Aparentemente no se sentía muy cómoda contándole esto.
- Ejerce… - la animó la esposa de Carlos.
- Ejerce la prostitución en su departamento…
Carlos propietario de aquel departamento despertó luego de unas horas, con una sonrisa de oreja a oreja, a diferencia de su esposa que le contó lo que sabía. Frente a semejante acusación, Carlos fue al edificio y le preguntó a la portera, cómo podía estar tan segura. Entonces la señora le dijo que había visto entrar a la inquilina con tres hombres diferentes en un mismo día.
El propietario pensó entonces que podían ser tres novios, o cualquier otra cosa, y que ella no fuera una prostituta al fin y al cabo. A todo esto, con el paso de los días, la esposa del Carlos fue sintiéndose celosa, y desconfiaba de su marido, que supuestamente le había dado el alquiler a una prostituta, y le mantenía el alquiler muy bajo.
Carlos, frente a la duda no quería echarla a su inquilina, pero terminó yendo al edificio para hablar del tema con su inquilina.
La mujer lo recibió con sorpresa, pero muy atentamente lo hizo pasar al departamento. Entonces Carlos vio que había cambiado, y que era mucho más lindo que antes, y no había tenido que pagar por todas las remodelaciones que había hecho aquella mujer acusada de prostituta, que vestía ropas extrañas, y que seguramente eso le había llamado mucho la atención a la portera.
Lo invitó a sentarse y le ofreció Jarabe de cereza y gaseosa con hielo y sombrilla, cosa que le llamó la atención al propietario, que entonces le preguntó de dónde era, a lo que la mujer con un español torpe contestó “Gaddley”, un pueblo situado en Reino Unido del que Carlos nunca había oído hablar.
Entonces hablaron de lo loco que era el tiempo, que un día hacía calor y a veces demasiado frío. Entonces cuando se hizo una pausa y Carlos iba terminándose su jarabe, le preguntó: “¿A qué se dedica?”
La mujer que antes se la veía despreocupada cerró el entrecejo. Entonces con un hilo de voz dijo: “Relaciones muggles…”. El hombre parecía sin entender, y supuso que se trataba de una palabra anglosajona. Como permaneció en silencio la mujer prosiguió:
- Bueno no es fácil de explicar con exactitud a qué me dedico… Usted me entiende…
Carlos creyó entender a qué se refería y dijo muy seguro:
- Usted brinda un servicio…
- Exacto… - se apresuró.
- Sexual… - finalizó el propietario medio nervioso.
La mujer ahogó un grito, desconcertada. Se sentía muy ofendida, y trataba de ver por qué Carlos le había salido con eso.
- ¿Qué me esta diciendo, señor Carlos? ¿Le divierten estas cosas, teniendo una esposa?
- ¿Cómo? – se había ruborizado.
- ¿Está proponiéndome tener sexo? Porque no lo veo correcto…
- ¡No! ¡Por supuesto que no! Yo solo pensé que…
- ¡Pues pensó mal! ¿Es la manera en que me visto? – ella sabía que a los muggles, aquella manera de vestirse, podría resultarles un tanto extraño.
- No, por supuesto que no – mintió Carlos que no sabía como salir del aprieto.
- ¿Entonces qué es? ¿Acaso le extraña que haya sido amable? Usted es el propietario después de todo…
- Discúlpeme, yo no quise… Es que como no se animaba a decirme a qué se dedicaba, pensé que podía ser eso… Pero no es que usted se asemeje a…
- Está bien. Yo también soy de meter la pata a veces…
- Entonces… ¿a qué se refiere con relaciones muggles?
- Veo que no has visto el noticiero. ¡Ayer ha sido la única noticia del día!
El hombre se sintió un ignorante total porque desconocía donde era el lugar del que venia su inquilina, no sabía el significado de muggle, y tampoco se había enterado de lo que había pasado el día anterior.
- Quizá sea mejor que vea las noticias, que han sido emitidas con mucho cuidado, aprobadas por el ministerio.
Entonces la mujer agarró algo que Carlos no alcanzó a ver, pero se lo guardó rápidamente como si se hubiera arrepentido de algo, y encendió la televisión con el control remoto.
Carlos quedó enmudecido luego de haber visto las noticias, y entonces cuando terminó un vaso de agua que le había traído la inquilina habiendo prevenido cómo le repercutiría al muggle preguntó:
- ¿Y qué son los desmemorizadores? – preguntó atónito.
- Son empleados del ministerio que se dedican a borrarle la memoria al muggle que haya sido testigo del mundo paralelo, que es el de la magia. Por supuesto que no están de acuerdo con el paro del Estatuto Internacional del Secreto, porque entonces su trabajo no es muy solicitado, y algunos se han quedado sin trabajo. Sólo actúan cuando los muggles enloquecen, entonces a esas personas se las pone en tratamiento para que con el control de los empleados con el TIMO de Relaciones Muggles aprobado como yo, los vuelvan a introducir en la realidad que tanto los desestabiliza. Porque al fin y al cabo volverían a enterarse, ¿o no?
- ¿Entonces los primeros ministros siempre lo supieron?
- De todos los países…